El ambiente con el que me encontré esa mañana de julio era fresco, innovador, los estantes estaban repletos de libros nuevos y definitivamente las mesas y sillas en la sala de lectura te invitaban a sentarte y disfrutar de un buen libro… me dirigí a una de las computadoras que se encontraba en la sala de consulta y tecleé el título del libro que llevaba mucho tiempo esperando encontrar en otra biblioteca, lo encontré.
Desde ese día visité la Biblioteca Central del Estado todos los días. Llegaba alrededor de las once de la mañana. Durante varios meses fui porque me encontraba realizando la investigación documental que necesité para mi tesis, con la que me titularía posteriormente de la licenciatura en Psicología.
En un principio, las horas que pasaba en la Biblioteca eran de un silencio perpetuo puesto que ésta tenia sólo algunos meses de haber inaugurado sus nuevas instalaciones, la mayoría de la gente desconocía su ubicación o peor consideraban una perdida de tiempo ir “hasta allá sólo por un libro”, entonces pasaba la mayor parte del tiempo sin hablar con nadie y la sala de consulta prácticamente me pertenecía.
Esta situación iba a cambiar mucho, ya que conforme pasaban las semanas más y más personas empezaban a visitar la Biblioteca, algunos por curiosidad, otros para consultar libros, revistas, periódicos o la Sala Braille. Igualmente los sábados de repente se veían invadidos por gritos y aplausos de niños y niñas que se asombraban al ver la sala de lectura infantil, sus pequeñas sillas, los colores del piso y los innumerables libros llenos de historias. La sala de consulta pronto se llenó de gente, no sé si eran estudiantes, maestros, trabajadores, sólo era gente, jóvenes que iban en grupos a hacer trabajos en equipo, en fin, era una verbena en la que podías ver convivir a personas con libros. Libros nuevos, actuales, libros que por primera vez eran abiertos y leídos, podías oler las hojas y pastas nuevas.
Mi experiencia en la Biblioteca Central del Estado durante esos meses fue importante ya que me permitió realizar mi investigación de una manera cómoda y ágil, ya que la mayor parte de la información que necesité ahí la encontré y ya no tuve que ir irremediablemente a la Ciudad de México que es el centro del mundo. Me permitió realizar mi labor de investigadora en un ambiente nuevo para la ciudad de Pachuca. Pero igualmente me permitió echar un vistazo a un proyecto que con el esfuerzo de muchas personas dedicadas y comprometidas con las necesidades de estudio de las personas hidalguenses, lograron poner en marcha esta gran obra que hay que admitir hacía mucha falta.
Como estudiante en formación tenía anteriormente la impresión de que era improductivo visitar este tipo de centros de información, ya que sabías de antemano que no encontrarías libros especializados, en mi caso era así. Por esa razón y después de la inauguración de su nuevo edificio, decidí por meses quedarme “acuartelada” en la nueva biblioteca y aunque pasaran horas y horas no dejarla sin recorrer los estantes y ver los títulos que posee.
La idea es que cada vez más personas visiten, conozcan y disfruten de la Biblioteca, lamentablemente los avances tecnológicos y el ritmo acelerado de la vida han propiciado que la lectura tenga niveles muy bajos de popularidad, ni hablar de las bibliotecas, para las personas es más “cómodo” pasar tres o cuatro horas viajando por Internet y extraer de ahí “copiando y pegando” textos que nunca leerán.
Al acercase a la biblioteca, a los libros se desarrolla el sentido crítico de las cosas, se aprenderá a apreciar el conocimiento porque cada libro tiene algo casi mágico que aportar, algo que en Internet nunca, nunca, se va a encontrar. Es el olor, la textura, los colores, la gente en verbena… eso y más, mucho más puedes encontrar, dependiendo de tus necesidades intelectuales, en la Biblioteca Central del Estado Ricardo Garibay.
L. en Psic. Samira Angeles Galván
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