por Carlos Velázquez
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Parménides García Saldaña
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“Pasto Verde” de Parménides García Saldaña es sin duda uno de los relatos más portentosos, abrasivos y vigorizantes que ha confeccionado la literatura mexicana. Nuestra lengua (nuestra historia) no ha podido reponerse de los estragos que el autor le ocasionó en su debut como escritor. Esta obra ha envejecido en el panorama de las letras nacionales de manera única. Es imposible equipararla con cualquier otro producto narrativo. A poco de cumplir 50 años de su publicación, no podemos aproximarnos a ella sino como nos acercamos a un disco de Bob Dylan o de The Who.
Diez años después de la publicación de “La Región más Transparente” de Carlos Fuentes, en 1968, “El Par” dio portazo a la concepción toda de la literatura nacional y su gemelo tirano, niña muy bien portada, el “boom” latinoamericano. Sólo bastó una década para que Parménides le cantara “Las Golondrinas” al modelo literario seudocosmopolita posrevolucionario.
Frente a la novela totalizadora, canónica, voluminosa, Parménides contrapuso la novela adrenalínica. El spring narrativo. Auténtico desolado de su época, “El Par” es un clásico a la manera de Frank Zappa: alguien que agota el discurso en sí mismo. Uno de los experimentos más relevantes que plantea “Pasto Verde” es la imposibilidad de una continuidad. La obra de Parménides no permite que sobre ella se sugiera siquiera la noción de tradición.
Las grandes novelas son obras extensas, dilatadísimas. No es en la brevedad donde el género realiza sus mejores descubrimientos. Por su parte, la novela breve resulta siempre sucedánea, inane. Sin embargo, existen ejemplos de novela compacta sustentable: “Pedro Páramo” de Juan Rulfo y “El Principito” de Antonio de Saint Exupéry. “Pasto Verde” pertenece a esta denominación.
Parménides es un fenómeno que proviene de una tradición literaria específica: la Generación Beat, pero que también establece un puente con otras promociones de narradores y poetas en castellano. Comparte delirios lingüísticos con el argentino Osvaldo Lamborghini, con quien lo liga cierta estética de la narración, ya que ambos siempre se manifestaron por la novela anémica en su extensión. Además, los motivos contenidos en “El Fiord” son los mismos que alimentaron a “Pasto Verde”: la anarquía, la droga, el compromiso político, la inteligencia en ayunas. La obra completa de “El Par” no rebasa las 600 páginas de producción.
Las dos grandes pasiones de Parménides: las drogas y el rock impidieron la comprensión puntual de su obra. Para la conciencia burguesa posrevolucionaria, la asociación de estupefacientes y guitarras eléctricas representó una pústula hirviente en el discurso literario nacional.
El eterno “I can’t get no satisfaction” que la obra de “El Par” pontificaba, no sólo lo ejemplifica como un recalcitrante posmoderno, sino que lo sitúa como el primer ser posnacional. Confinado, errante, explosivo. La síntesis incómoda que refrescó el panorama al aglutinar el movimiento de La Onda en sus confesiones escriturales. Movimiento que ha sido reivindicado, junto a “El Par”, en el libro “Rebeldes con Causa” de Eric Zolov. Parménides es la primera figura contracultural plenamente identificable en México. El primer rebelde mediático contra el cual el status quo literario pudo dirigir sus enconos y vituperios. La función de la contracultura garcíasaldañezca no es otra que evidenciar la crisis del Estado patriarcal mexicano. Por tal motivo, el enemigo natural de “El Par” es Carlos Fuentes.
La novela de la Ciudad de México no es “La Región más Transparente” sino “Pasto Verde”. Una historia seductora, catártica, refrescante. Un viaje lúcido y a la vez alucinado, y de introspección psicodélica pero también desafiante y experimental lingüísticamente a la manera del “Ulises” de James Joyce.
Planteada y planeada desde el delirio, la novela de García Saldaña es la representación del mickjaggerismo vocal trasladado al contexto de la jaquecosa clase media defeña. Parménides es el primer autor border en su doble acepción: la que alude lo limítrofe y la que apela a la locura. El shine on you crazy diamond de la Narvarte. Nuestro Syd Barret local.
“Pasto Verde” es un texto iniciático. Inspirador. Tránsfuga. El acelerador a fondo de un motor marginal perfectamente engrasado que gozó del desinterés de sus contemporáneos. Con excepción de algunos autores, entre los que destaca José Agustín (rebautizado en la aventura como Pepcoke Gin). La inclusión de Agustín en la obra es la enseñanza heredada de la Generación Beat. La mitificación kerouaquiana, iniciada por Jack Kerouac, autor de “On the Road”. Al igual que los beats, “El Par” compartía la idea de que la literatura debe ser directa y autoconfesional. Por lo que decidió que “Pasto Verde” debía tratar sobre su realidad inmediata, hacer a un lado la ficción absoluta e interactuar aspectos de su vida cotidiana, como la inserción de sus amigos, con las aspiraciones estilísticas que su novela supone.
Probablemente hayan sido Kerouac el escritor que más influyó a Parménides. Aunque el movimiento de La Onda, como etiqueta grupal, fue acuñado por un actor externo, la frase es atribuida a Margo Glantz, no resultó tan descabellada en sus intenciones. La mente acelerina y tempranera de García descubrió de inmediato la feliz asociación entre la onda y “On the Road”. Siempre que a Parménides se le preguntaba dónde andaba su obra, respondía: “En la Onda (‘On the Road’)”.
“Pasto Verde” es, sin objeción, junto a “Farabeuf”, uno de nuestros clásicos más taimados. En la más absoluta emulación beatnik, “El Par” se fue al otro mundo como Neal Cassady, pero nos heredó una novela postnacional, un suceso, irrepetible, inigualable, como cualquier disco de The Beatles, de The Rolling Stones.
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Carlos Velázquez (Torreón, 1978). Es autor de La Biblia Vaquera y el libro de cuentos La marrana negra de la literatura rosa, publicado en 2010 por la editorial Sexto Piso.
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